El Fortnite y lo que hay tras su agujero negro
El pasado 13 de octubre, Fortnite, el juego que ha revolucionado la industria (para bien o para mal), fue absorbido por un agujero negro junto con todo aquello que le rodeaba (web y redes sociales).
Millones de espectadores se reunieron atónitos frente a sus pantallas para ver cómo no quedaba nada del juego al que habían dedicado centenares de horas: tan solo un agujero negro que podías ver en streaming.
El agujero había absorbido hasta todos los tweets de su cuenta de Twitter. Incluso el juego ya no podía ni descargarse de las tiendas. Obviamente esto generó una incertidumbre tremenda.
¿Qué iba a ser ahora del Fortnite?
Pues básicamente lo que pasaba era que para lanzar la siguiente fase del juego tenían que hacer un mantenimiento largo, un parche tan gordo que Epic tenía que cortar el grifo a todos sus usuarios, y esto de normal suele traer enfados en la comunidad o, como mínimo, frustración.
Como ejemplo de este tipo de situaciones no tenemos que irnos muy lejos: con el lanzamiento del último dlc de Destiny 2, los servidores tardaron días en recuperar la normalidad y con ello el rage de sus usuarios, que simplemente querían jugar a su juego y no tenían ningún agujero negro que se lo impidiese, tan solo intentaban acceder y éste iba mal.
Es con esta comparación cuando empieza a vislumbrar la genialidad del movimiento de Epic.
Fueron capaces de darle la vuelta a la tortilla, convertir unos días de frustración en un reclamo, en un generador de incertidumbre alrededor del juego.
Millones de usuarios por todo el mundo generaban hipótesis mientras observaban ese agujero negro. Miles de teorías invadían las redes sociales: Epic lo había conseguido, había conseguido que un mantenimiento de servidores se convirtiese en un evento viral.
Bueno, ¿qué sucedió después? ¿Se fue todo a la puta?, ni mucho menos.
Empezaba el capítulo 2 de la franquicia con una cinemática que resolvía lo del agujero y como siempre, te lanzaba con un salto al campo de batalla.
Un salto que además hila perfectamente cinemática con gameplay acompañada de una música cañera te pone en el mood que Epic quiere.
De hecho aquí también Epic se apuntó un tanto. No solo los servidores iban como la seda, sabían que la estampida de jugadores iba a ser monumental y para evitar problemas y que la transición de cinemática a gameplay no esperase, rellenaron con bots las partidas.
Los bots no solo resolvían el tema de la transición, también te facilitaba que después de descender con el subidón, empezaras a reventar bots como si no hubiese mañana, y así poder continuar con esa sensación de subidón, simplemente genial.
Admito que siento que poco queda de esa Epic del Gears of War que me enamoró, de hecho me declaro más retractor que fan del Fortnite, pero lo que debemos reconocer es que no dan puntada sin hilo.
Epic lleva un año en el que cada movimiento parece formar parte de una danza perfectamente trazada y que rebosa genialidad alrededor de un juego mediocre, un juego mediocre con el que han conseguido revolucionar el mercado.
Touché.